El día de la pelea junto a una casta de malditos caminamos senderos de gloria limitados entre miedo y deseo.
Nacido para matar y cubierto con la
chaqueta metálica, llevaba ojos ampliamente cerrados pero con cierta
inteligencia artificial.
Sería el atraco perfecto, suerte de
2001 odisea en el espacio
Teníamos la perfección de una naranja
mecánica, de una patrulla infernal.
Pasamos por la puerta de Barry Lyndon
aquel doctor insólito que al asomarse por la ventana erguido como Espartaco nos
inundó con un violento resplandor.
A la vuelta de la esquina estaban los
marineros.
Rápido como un padre volador, mire fijamente a Lolita y le regale el beso del asesino.
Rápido como un padre volador, mire fijamente a Lolita y le regale el beso del asesino.
Al instante sonó un teléfono rojo que
nos dijo, volamos a Moscú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario