Akira Kurosawa


La muerte es entendida como una liberación necesaria y deseable (Madadayo).
Tal vez sea un error ético del caos, una rapsodia en Agosto; Pero los sueños de una orquídea dándole la sombra al guerrero, uno de los bajos fondos, en donde era llamado el cazador y que creyó ser Barbarroja de un infierno de odio no lo protegió de miradas.
Sanjuro era llamado, un cobarde con guardaespaldas, mirado como el cazador de samuráis por los canallas que duermen en paz.
Dicen que vivía en la fortaleza escondida sentado en un trono de sangre de los bajos fondos. Quizás sean crónicas de un ser vivo, una donde existe un grupo de siete samuráis, donde vivir era casi una bondad humana, donde dominaba el idiota en medio de un corrupto escándalo.
Una vida que como un duelo silencioso en el cual tanto el perro rabioso como el ángel ebrio no añoró la juventud.

En un domingo maravilloso donde los hombres que caminaban sobre la cola del gran tigre, soñaban con rescatar a la más bella, el mercenario que era la nueva leyenda del gran judo, desfalleció mientras los que construyen el porvenir lo obligaron a escuchar las palabras “espera un poco”.


Los hermanos Coen


El Gran salto que dio Barton Fink lo llevo a una muerte entre las flores.

Era un abismo de una crueldad intolerable y sin lugar para los débiles.

El Gran Lebowsky que era un hombre serio y con valor de ley, encontró un escrito junto al cuerpo con identidad peligrosa que decía “quémese después de leerse.

Se preguntó mil veces, Donde estas hermano? se lo repetía al hombre que nunca estuvo allí y que se convirtió en invencible.


Era el momento de emprender el viaje a Fargo, junto al quinteto de la muerte, ellos se ocuparían de  seguir educando a Arizona. 

Comenzaron a caminar silbando la balada de un hombre común.


Alfred Hitchcock


Rebeca recordó cuando sintió el frenesí y el vértigo de haber sido testigo, en el momento en que miro por la ventana indiscreta y vio como dos extraños en un tren, 
dejaban de estar encadenados y con la muerte en los talones, desataban la soga que sujetaba a los pájaros que llevarían a cabo el crimen perfecto.


Lo que ella no sabía era que aquella experiencia la convertiría en naufrago de una Psicosis, donde indefectiblemente era la víctima.


Stanley Kubrick



El día de la pelea junto a una casta de malditos caminamos senderos de gloria limitados entre miedo y deseo.

Nacido para matar y cubierto con la chaqueta metálica, llevaba ojos ampliamente cerrados pero con cierta inteligencia artificial.

Sería el atraco perfecto, suerte de 2001 odisea en el espacio

Teníamos la perfección de una naranja mecánica, de una patrulla infernal.

Pasamos por la puerta de Barry Lyndon aquel doctor insólito que al asomarse por la ventana erguido como Espartaco nos inundó con un violento resplandor.

 A la vuelta de la esquina estaban los marineros.

Rápido como un padre volador, mire fijamente a Lolita y le regale el beso del asesino.

Al instante sonó un teléfono rojo que nos dijo, volamos a Moscú.