Armando Bo

Una diosa impura me dijo que el demonio creo a los hombres.
Pudo haber sido quizás la mujer del zapatero, la señora del intendente, la mujer de mi padre o tal vez, el último amor en tierra del fuego.
Claramente era una viuda descocada, increíblemente insaciable, una leona en el sexo y en el amor. Pero sin familia.
Su furia infernal podía develar las intimidades de cualquiera.
No niego que era una tentación desnuda en aquellos días calientes de lujuria tropical, de éxtasis tropical.
Desnuda en la arena era fuego, carne, un trueno entre las hojas de un arbusto escondido en los médanos.
Logro que yo llegase a decirles adiós muchachos, no compartamos más la pelota de cuero a los sabaleros de la mesa semanal del bar.

Esta suerte de burrerita de Ypacaraí, con su embrujada fiebre, me obligo a terminar como una mariposa en la noche volando camino a la India.


David Lynch



Esta quizás sea una historia verdadera, una suerte de crónicas americanas donde un conejo corre hacia una tierra de estúpidos.
Son seis hombres poniéndose enfermos por una sinfonía industrial en el aire, los dueños de premoniciones siguientes a una mala acción, que añoran niñez y juventud. 
Yo quemo una piña y vomito su casa mientras que mi absurda abuela me recuerda que todo lo que quiero para navidad son mis dientes frontales.
Pienso en un cuarto oscuro que es como un imperio tierra adentro y mi corazón salvaje tienta a mi cabeza borradora para hacer un rastreo de errores en la carretera perdida que me llevara a Mulholland Drive. 
En un instante, atravieso una duna con forma de picos gemelos, suaves como un terciopelo azul y llego al cuarto de hotel. Un hombre elefante me mira mostrándome solo un alfabeto, yo no conozco a Jack y aprieto el botón rojo. Ya amputado y en un absurdo encuentro con el miedo, acepto el trago que me invitan el vaquero y el Francés mientras una dama azul atrapa al pez dorado que brilla junto a la lámpara azul verde que me recuerda a Shanghái.


David Cronenberg

Cuando una Señora Mariposa volaba entre tontos, una mosca moría en una historia de violencia.
Inmersa en una zona muerta y con el vértigo de un escalofrió, chocaba con una araña dueña de métodos peligrosos y promesas del Este.
Se hundió en la existencia de una cosmópolis que ofrecía almuerzos desnudos de camadas rabiosas sonando en estéreo.

Y sometiéndose a crímenes del futuro, se atraganto con el mapa de las estrellas.


Wim Wenders

Supuse que tal vez mi cuerpo estaba recostado en el hotel del millón de dólares.
Eso, sería como estar tan lejos… tan cerca.
Un falso movimiento, como los de aquel amigo americano, en letra escarlata, me ponía frente a los ojos el estado de las cosas.
Esa noche entre sueños, con el curso del tiempo queriendo ir hasta el fin del mundo, viaje en un tour Paris – Texas.
Las alas del deseo me llevaron al hombre de China Town que apareció junto a Alicia en las ciudades aledañas a Tokio-Ga. Y frente a ella tuve el miedo del arquero ante el tiro de un penal.
Gire la cabeza, vi un relámpago sobre el agua y descubrí a la mañana siguiente el verano en la ciudad.


Culpa

Tengo un gran hijo.
Dos en realidad, pero esto que comienzo a escribir hablara tal vez en algún párrafo, de las bellas virtudes de uno, el otro tendrá sin dudas otro momento para ser protagonista ya que de virtudes no carece.

Hasta hoy creía que todo lo relacionado a la familia que hice era casi perfecto.
Un “casi” que para ser tal, perfecciono un sin número de artilugios naturalmente humanos. Creó justificaciones divinamente variadas, invento pastillitas anti miedos, ejecuto acciones tituladas como tapa de cuento de un pasar feliz pinto  colores jamás vistos con inconsciente animo marketinero.

Un día hace no muchos, más de mil quinientos más o menos, empecé a despojarme lentamente de las estrategias que armaban ese mundo fantástico, que trato de describir ahora en palabras.
Y en mil y tantos días, pasaron más de mil y tantas cosas en el alma de uno.
Son tantas que muchas van en grupo, porque claro, las cuestiones similares se agrupan. Y es lógico.
No viene al caso explicar ahora fenómenos de la química o de la física.

Un gran error que descubrí a mis miles de días de añejo, es que echar culpas a uno mismo o a otro es una estúpida empresa.
La culpa es una estúpida empresa! (Vale la reiteración)
Es hasta una estúpida palabra, una estúpida pérdida de tiempo, una estúpida justificación.
Es claramente, una Estupidez. (Vale la obviedad)

La culpa es un villano narcisista, y si, merece hasta el cambio de género en esta descripción.
Es tan vil, mentiroso y cobarde como un estelar mago que hace desaparecer el dolor propio y el provocado tan rápidamente como seamos capaces de crear un culpa nuevo que haga desaparecer al anterior.

La palabra culpa parece más dura que la palabra responsable, pero con celeridad afirmo que estoy en desacuerdo.

Soy culpable o soy responsable de la reacción que provoca una acción mía ?
Hoy ya puedo afirmar que soy responsable.

Ser Responsable de algo es tanto más verídico.
Tanto más largo en dolor de pecho.
Tanto más caudalosa es la cascada de lágrimas derramadas.
Tantas más posibilidades nos da de crecer
Es tanto más palabra.

Imagino un borra tinta que se desliza sobre la palabra culpa.
Me imagino después con una birome escribiendo arriba de la huella todas las no palabras que se me susurran diciéndome y a quien corresponda, al oído o al estómago, detallados pequeños reclamos, nítidas visiones ajenas muy válidas, reales sensaciones no propias y demás fundamentos que sin duda, van a explicar claramente la diferencia entre ambas.

Pensando en que seguir relatando después del renglón anterior,  se me ocurrió que tal vez no haya manera de escribir un párrafo en donde responsable pueda acompañarse con justificación y con hipócrita.

Alguien alguna vez me hizo desconfiar de la palabra justificación, me hizo en realidad desconfiar del que la utiliza.
Yo después de masticar mucho la idea me ocupe de desconfiar no solo del que se justifica sino de todas sus conjugaciones.
Lo mismo me paso con hipocresía, ahí no hizo falta
que alguien me llevara a pensar en ella.
Ella vino solita después de andar conjugando.
Pero claro, no es para conjugar,  te adjetiva, la pobre es no solo no querible sino que además deriva de un sustantivo.  Ojo, no la subestimo en absoluto. Solo veo que gramaticalmente tiene más límites, que no los tiene en definición y valor.

No se justifique más por el amor de dios, no sea hipócrita y bellaco, tenga la responsabilidad que su imagen y espíritu deben demostrar.


El último párrafo demuestra que siempre hay maneras de unir palabras que creías inunibles.