Destino

Que extraño es el hombre y también la mujer, no contentos en sordos momentos, con hacer todo lo posible por mortificar y causar dolor a su compañía, acá en este charco de pena donde ya cabe pensar que hay suficiente sufrimiento y desconsuelo, angustia, lagrimas, suspiros y gemidos, sale el fanático intolerante que los lleva a la cima del odio y aunque llenos de dudas no evitan caer en el abismo del fuego de la condenación.
La maldad pertrechada, ruega a la eternidad por el poder hacer desaparecer tales actos; Pero a la vez hay un placer en odiar cuando de las manos se fueron las virtudes.
Y luego, en cierto tiempo luego de pausas, vuelve amnésico el deseo y la pasión que une casi atroz, nuevamente a los amantes, buscando la salvación y el perdón que necesitan para entender que hay relaciones que son tan fuertes que aun con rencores vívidos, tal vez, valga la pena clavarle una daga a cualquier patán que intente hacer desaparecer tremendo amor.
Porque quizás, no haya escapatoria alguna para ese destino.