Alfred Hitchcock


Rebeca recordó cuando sintió el frenesí y el vértigo de haber sido testigo, en el momento en que miro por la ventana indiscreta y vio como dos extraños en un tren, 
dejaban de estar encadenados y con la muerte en los talones, desataban la soga que sujetaba a los pájaros que llevarían a cabo el crimen perfecto.


Lo que ella no sabía era que aquella experiencia la convertiría en naufrago de una Psicosis, donde indefectiblemente era la víctima.


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