Rebeca recordó
cuando sintió el frenesí y el vértigo de haber sido testigo, en el momento en
que miro por la ventana indiscreta y vio como dos extraños en un tren,
dejaban
de estar encadenados y con la muerte en los talones, desataban la soga que
sujetaba a los pájaros que llevarían a cabo el crimen perfecto.
Lo que ella
no sabía era que aquella experiencia la convertiría en naufrago de una
Psicosis, donde indefectiblemente era la víctima.
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