Tengo
un gran hijo.
Dos
en realidad, pero esto que comienzo a escribir hablara tal vez en algún
párrafo, de las bellas virtudes de uno, el otro tendrá sin dudas otro momento
para ser protagonista ya que de virtudes no carece.
Hasta
hoy creía que todo lo relacionado a la familia que hice era casi perfecto.
Un “casi”
que para ser tal, perfecciono un sin número de artilugios naturalmente humanos.
Creó justificaciones divinamente variadas, invento pastillitas anti miedos, ejecuto
acciones tituladas como tapa de cuento de un pasar feliz pinto colores jamás vistos con inconsciente animo
marketinero.
Un día
hace no muchos, más de mil quinientos más o menos, empecé a despojarme
lentamente de las estrategias que armaban ese mundo fantástico, que trato de describir
ahora en palabras.
Y en
mil y tantos días, pasaron más de mil y tantas cosas en el alma de uno.
Son
tantas que muchas van en grupo, porque claro, las cuestiones similares se
agrupan. Y es lógico.
No
viene al caso explicar ahora fenómenos de la química o de la física.
Un
gran error que descubrí a mis miles de días de añejo, es que echar culpas a uno
mismo o a otro es una estúpida empresa.
La
culpa es una estúpida empresa! (Vale la reiteración)
Es
hasta una estúpida palabra, una estúpida pérdida de tiempo, una estúpida
justificación.
Es claramente,
una Estupidez. (Vale la obviedad)
La
culpa es un villano narcisista, y si, merece hasta el cambio de género en esta
descripción.
Es
tan vil, mentiroso y cobarde como un estelar mago que hace desaparecer el dolor
propio y el provocado tan rápidamente como seamos capaces de crear un culpa
nuevo que haga desaparecer al anterior.
La
palabra culpa parece más dura que la palabra responsable, pero con celeridad
afirmo que estoy en desacuerdo.
Soy
culpable o soy responsable de la reacción que provoca una acción mía ?
Hoy
ya puedo afirmar que soy responsable.
Ser
Responsable de algo es tanto más verídico.
Tanto
más largo en dolor de pecho.
Tanto
más caudalosa es la cascada de lágrimas derramadas.
Tantas
más posibilidades nos da de crecer
Es tanto
más palabra.
Imagino
un borra tinta que se desliza sobre la palabra culpa.
Me
imagino después con una birome escribiendo arriba de la huella todas las no
palabras que se me susurran diciéndome y a quien corresponda, al oído o al estómago,
detallados pequeños reclamos, nítidas visiones ajenas muy válidas, reales
sensaciones no propias y demás fundamentos que sin duda, van a explicar
claramente la diferencia entre ambas.
Pensando
en que seguir relatando después del renglón anterior, se me ocurrió que tal vez no haya manera de
escribir un párrafo en donde responsable pueda acompañarse con justificación y con
hipócrita.
Alguien
alguna vez me hizo desconfiar de la palabra justificación, me hizo en realidad
desconfiar del que la utiliza.
Yo
después de masticar mucho la idea me ocupe de desconfiar no solo del que se
justifica sino de todas sus conjugaciones.
Lo
mismo me paso con hipocresía, ahí no hizo falta
que
alguien me llevara a pensar en ella.
Ella
vino solita después de andar conjugando.
Pero
claro, no es para conjugar, te adjetiva,
la pobre es no solo no querible sino que además deriva de un sustantivo. Ojo, no la subestimo en absoluto. Solo veo
que gramaticalmente tiene más límites, que no los tiene en definición y valor.
No se justifique más por el amor de
dios, no sea hipócrita y bellaco, tenga la responsabilidad que su imagen y
espíritu deben demostrar.
El
último párrafo demuestra que siempre hay maneras de unir palabras que creías
inunibles.
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