Una vez de tarde, leí en un virtual mensaje, una declamación.
“Yo siempre entre por la puerta grande”
Muchas tardes pasaron desde esa tarde y en ese lapso,
me desoriente, me reí, me corregí por subestimar, me obligue.
Te disfrute, me regocije, me infle, te confundí, te enamore.
Me enamore, me deleite, me asuste, me reencontré.
Me justifique, aun reconociendo eso como pecado, lo hice.
Conté cada una de tus vertebras atrapado entre latidos y suspiros.
No mentí, atendí básicas condiciones y además gocé de esa libertad.
Como me hubiera gustado crear esa puerta digna de vos.
Siempre te sentí inalcanzable y cuando tu mirada se arrimó a mí,
la intención, el asombro, el destiempo y la realidad, se mostraron.
Desde hace  7 días el silencio es lo único que nos une.
Ya no te idealizo, ahora tan solo suavemente te admiro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario