A ese vértigo, desprolijo, absurdamente inestable, crudamente condenatorio y sagazmente nuestro,
Ya no puedo acusarlo.
Como inevitablemente voy a permitirme ser tan estúpido de no definirme con lo nuestro .
Festejemos, corrompamos hasta confundir cualquier vestigio pagano de nuestra fe.
y... mejor, me defino yo. Seguro a otro que se atreva no lo tolerare.
Si, atrevete a editarme, hace que todo sea un sueño de nueve días,
Dame tranquilidad impositiva y whisky barato,
Dame un jardín abierto,
Dame a tus hijos cuando sientas que vos no podes.
Dame verdes hongos que trepen por mis piernas.
Dame azules que borren las cálidas lagrimas de ayer
Dame un arco para traspasar con una flecha el hartazgo de la belleza que me diste.
Enamorate del asesino probo que con suave calma rasa, se apropia, devora en intimidad tus pristinas cualidades y con pausa clave, sazona a mi gusto.

  



No hay comentarios:

Publicar un comentario